Dos Caras de la Santidad

“Me parece que en ella solo mora lo encantadoramente bello, la más sublime hermosura y afabilidad, una belleza divina; más pura que todo cuanto pueda existir sobre la tierra y que todo lo demás era como fango y corrupción comparado con ella.”
Este fin de año 2009, Ricardo Marroquín, Ricky, como le decimos afectivamente, nos regaló un excelente libro, “Santidad, el corazón purificado por Dios” de Nancy Leigh DeMoss. Está demás decir que el recurso es en su totalidad excelente, sin embargo cabe recalcar algunas líneas que golpearon personalmente mi vida y las de varios de mis compañeros mentores.


“Me parece que en ella solo mora lo encantadoramente bello, la más sublime hermosura y afabilidad, una belleza divina; más pura que todo cuanto pueda existir sobre la tierra y que todo lo demás era como fango y corrupción comparado con ella.”

Jonathan Edwards



Entre las partes más interesantes de éste libro se encuentra la siguiente que habla sobre la Santidad y sus dos componentes. Te invito a que la leas y que escribas tus percepciones sobre esto.

La santidad posee dos caras, la primera cara se refiere a que ser santos es ser APARTADOS para una función diferente. Viene de una raíz que significa: "Separar", eso es ser "distinto" y "diferente". El concepto bíblico de santidad desde este punto de vista encierra un sentido de pertenencia a Dios muy parecido al de una madre que puede afirmar: "éstos hijos son míos".

La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a escuchar que somos SANTOS desde este ángulo de visión, somos APARTADOS, NACIÓN SANTA, PUEBLO ADQUIRIDO POR DIOS, etc. Sin embargo éste concepto a mi parecer quita completamente la responsabilidad personal de cada uno de nosotros por la santidad.

Sin embargo la segunda cara de la santidad tiene que ver con SER PURO, LIMPIO Y LIBRE DE PECADO. En este sentido ser santo es reflejar el carácter moral de un Dios santo.

"La santidad no es solo para un puñado selecto de gigantes espirituales, ni para personas piadosas cuya única ocupación es sentarse el día entero y 'ser santos'."


La verdadera santidad se cultiva en el seno de una relación con Dios. Su amor por nosotros nos mueve a rechazar cualquier otro amor que sea inferior y todos los placeres efímeros que el pecado puede ofrecer. Resistir la santidad o ser indiferente a ella es perder el verdadero gozo y conformarse con algo menos que la plenitud absoluta de la presencia de Dios en nuestra vida para la cual fuimos creados.

"Recibir al Señor Jesús es el comienzo de la santidad; abrazar al Señor Jesús es el progreso de la santidad; la presencia permanente del Señor Jesús sería la santidad completa"

John McCarty

Esta perspectiva deja ver que la santidad además de ser apartado significa que hay un trabajo activo por parte de nosotros los creyentes. Y aquí es donde interviene nuestras prácticas de pureza, como lo es la amputación radical (o mortificación como lo identifica la autora).

La mortificación es mucho más que deshacerse de aquello que es pecaminoso en sí. También significa estar dispuesto a eliminar todo lo que dentro y fuera de nosotros sin ser en si pecaminoso, pueda alimentar conductas o pensamientos impíos y por lo tanto hacernos pecar. Esto significa cortar todo lo que nos incite pecar.

Si valoramos la santidad, estaremos dispuestos a hacer todo lo necesario para guardar nuestro corazón y protegernos, al igual que a otras persona, de pecar contra Dios.

Ni el proceso de despojarnos del pecado, ni el de revestirnos del corazón de Cristo sucede por casualidad. Debemos proponernos cultivar nuevos hábitos de rectitud. Esto solo es posible mediante el poder del Espíritu Santo y la gracia de Dios. Él ofrece su multiforme gracia para ayudarnos en el proceso de santificación. Algunos elementos a nuestra disposición son:

1. La Palabra
2. Confesión
3. La Cena del Señor
4. El Cuerpo de Cristo
5. Disciplina Eclesial
6. Sufrimiento
7. Examen Personal

Como cristianos, estamos llamados a mantener vidas que otros puedan "visitar" en cualquier momento, sin vergüenza. Un compromiso con la santidad significa tener una vida que está siempre "dispuesta a recibir visita" y abierta a cualquier examen, una vida que pueda soportar el escrutinio, tanto en las cosas evidentes como en lo oculto, donde casi nadie miraría.

Muchas personas oran y muchas otras se arrepienten pero muy pocas han cambiado su estilo de vida.

"La más grande necesidad de mi pueblo es mi propia santidad"

Robert Murray McCheyne

La más grande necesidad de mis padres, hermanos, amigos y colegas no es mi amistad, ni mis capacidades, ni mis recursos. Ni siquiera testificarles de mi fe. Lo que más necesitan es ver en mi el reflejo de lo que Dios es y el poder transformador del evangelio.

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