Mentiroso, ladrón... y... en fin pecador
Sé que el título de mi post se presta
a interpretar que las siguientes líneas tratarán de alguna manera, la acusación
sobre los pecados que cometemos, sin embargo, mi intención va más allá de ésta
conclusión simplista.
En las últimas dos semanas, este
tema ha sido recurrente y sí, ha sido recurrente en la Iglesia a la que estoy
asistiendo actualmente. Dedicaré unas líneas en otro próximo post sobre esta
experiencia. Y es que la verdad, este tema me ha dejado sumamente inquieto y profundamente
pensativo sobre mi realidad como humano necesitado de la gracia y el perdón de
Dios, y no una vez, sino continuamente, diariamente.
Y es que es sumamente revelador,
que en mi naturaleza humana no puedo hacer nada por no ser un pecador, la
Biblia dice:
10 como está escrito: No hay justo ni aun uno; 11 no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. 12 Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Romanos 3:10 – 12
De aquí, que no puedo pero ni en
sueño, establecerme como un punto de comparación para hablar temas morales,
espirituales o religiosos. Sin embargo, de aquí también puedo establecer que
ninguno de nosotros por más que diga que hace cosas buenas, o que hace cosas
para salvarse, realmente pueda hacerlo. “No hay uno sólo…” Me empuja a
preguntarme ¿soy bueno?, pago mis cuentas, no tengo deudas, doy a los pobres,
doy mis diezmos, como buen cristiano, no soy injusto, aunque yo lo tenga que
decir, honro a mis padres, no tengo ídolos, creo, etc. Yo concluyo que sí,
aunque la realidad puede cambiar de un momento a otro.
Todos conocemos los 10
mandamientos, ¿o no?, bueno seamos honestos, cuando los describimos con suerte
nos recordamos de 6, pero no es necesario, saber los 10, para saber que no cumplimos
ninguno, esto lo explicaré más adelante. El que los conozca, no significa que
los cumpla y mucho menos que de su cumplimiento dependa mi salvación. Y aquí va
la relación del título de este post, con su contenido.
Y es que a la verdad, que
solamente con los 10 mandamientos (en realidad son, 613 los
mandamientos que están en la Biblia), puedo concluir que soy mentiroso, soy
ladrón y bueno, un listado indefinido de buenos y hermosos adjetivos, en los
que no ahondaré. Pero, ¿Por qué lo digo?, porque si soy un hombre honesto, debo
reconocer que he mentido, muchas veces, lo que me convierte en mentiroso;
he robado no sé cuánto, pero incluso, una hoja en casa de mi hermano, el
tiempo de una persona, etc, eso me vuelve ladrón; y si tuviera que hacer el
mismo ejercicio con todos los demás mandamientos (y no sólo los 10 del Monte Sinaí),
me vería concluyendo, que efectivamente no soy bueno, ni en lo más mínimo.
Pero lo más interesante, y que
dije que explicaría más adelante es lo siguiente, yo podría decir, no he matado,
no tengo ídolos, honro a mis padres, pero miento de vez en cuando, que alguna vez he
deseado a una mujer, etc. La Biblia es un poco (bastante) radical, en este sentido y es lo
que quiero mostrar ahora:
10 Pues el que obedece todas las leyes de Dios menos una es tan culpable como el que las desobedece todas,
Santiago 2:10
Que complejidad, no hay forma en
que pueda llegar a cumplir la Ley a su cabalidad, y mucho menos si la lista se
extiende no sólo a 10 sino a 613 ordenanzas, y tengo que estar claro, de
acuerdo a lo anterior, que con uno sólo que rompa, sólo uno de ellos, es como
si desobedeciera todas. Claro está, no puedo ser bueno, no con estas
condiciones.
De aquí quiero distinguir dos
cosas, pues este tema no es entrar en fatalismos. Sí, hay una solución para
esta situación, para alcanzar salvación y perdón de pecados, se llama
Jesucristo, a través de él, es que
conseguimos el perdón de pecados y alcanzamos la salvación. ¿Y entonces La
Ley?, fue hecha para enseñarnos y mostrarnos que necesitamos expiación por los
pecados, porque siempre cometeremos pecado. Aún antes de Jesucristo, todos los
sacrificios y ofrendas de paz, eran consecuencia de no poder cumplir la Ley, la
salvación y el perdón de pecados no estaba sujeto al cumplimiento de ésta ley
sino a la remisión y la expiación de las faltas a través de esa ofrenda o ese
sacrificio. Y en nuestro tiempo, esto no queda sin vigencia, sólo que el
sacrificio perfecto fue realizado por Jesucristo, hace poco más de 2000 años, y
a través de él es que logramos alcanzar el perdón de pecados y poder librarnos
de la condenación eterna.
9 Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. 10 Pues es por creer en tu corazón que eres declarado justo a los ojos de Dios y es por declarar abiertamente tu fe que eres salvo.
Romanos 10:9-10
Y ahora bien, lo segundo que
quiero señalar, es que para aquellos que ya creemos en Jesús, que reconocemos
nuestra necesidad de él y que sabemos que es por nuestra fe en él que
alcanzamos el perdón de pecados, ¿cómo podemos asegurar que somos perfectos? ¿Ya
no pecamos? ¿Somos tan santos que debemos hacer la diferencia con los demás? ¿Estamos
en otro nivel? Ciertamente, podría decir que tenemos un entendimiento diferente
y que diariamente debemos, deberíamos, rendir nuestra vida a él, puesto que
cada día podemos llegar a cometer alguna falta, y esa falta hace que todo lo
que “cumplimos” quede sin validez, y no lo digo yo. La realidad del asunto es
que se trata de una continua entrega de vida y reconocimiento de que lo
necesitamos, al Señor, en cada momento, a cada paso y en cada momento.
Te pregunto…
¿Has mentido alguna vez? ¿Has
robado alguna vez? ¿Has deseado en tu corazón a alguna mujer?
¿En qué te convierte esto?
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