¿Convicciones o Mercantilismo?

Este año ha sido uno de los más accidentados que he tenido, por llamarlo de alguna manera, pero de igual forma se ha prestado para la reflexión. El día de ayer, 23 de de diciembre, me han invitado a una cena navideña donde una de las preguntas que lanzó el predicador es la que ocupa el título de esta entrada. Seguramente no se trata de prohibir, inhibir o condenar la celebración que está sucediendo a lo largo del mundo en este momento.

¿Que realmente significa la Navidad? ¿Por qué debo celebrarla? ¿Por qué no debo celebrarla? La mera verdad es que no hay una respuesta 100% correcta para las preguntas mencionadas. No hay una fecha exacta en la que podamos indicar que Jesús nació, pero igualmente se hace importante que podamos recordar de que se trata. Sin embargo, cada vez más, las fechas se vuelven en que puedo gastar, como lo puedo financiar, que me falta obtener. Las fechas y los bonos se vuelven propicios para endeudarse y llenarse de cosas que realmente no necesitamos, si hacemos un análisis concienzudo al respecto, pero la publicidad nos atropella, las costumbres también y también las necesidades creadas. Adoptamos tradiciones extranjeras, quemamos el dinero, preparamos cenas intensamente caras. [Conste no estoy en contra de eso]. ¿Y Jesús? ¿Qué es la Navidad? ¿Qué es lo que representa? ¿Para mí que es? ¿Quién es el personaje central? ¿Santa Claus? ¿Yo? ¿La Comida? Muy difícil pregunta. Digna de ser meditada. 

Y entonces... ¿Ya nació Jesucristo en nosotros? Sino... ¿Qué es lo que estarías celebrando mañana? 

No perdamos el sentido de la celebración. Jesús, El Salvador, tal vez no nació en este día, pero es una excelente ocasión para recordar su nacimiento. Es el inicio de la fe cristiana. Solamente si el nació, murió y resucitó entonces nuestra fe está completa.

"Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre" Juan 1:14 (NTV).